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No te culpes

  Voy a empezar dando un mensaje muy claro: no todos los celos que sentimos son porque  tenemos que gestionar algo en nosotras . Y punto.   Está muy guay el rollito este "new age" moderno de que los celos son inseguridades propias, falta de autoestima etc. En la mayoría de los casos es así, y está claro que cuanto más trabajemos nuestro crecimiento personal mejor estaremos. Pero los celos son una respuesta del cerebro que lo que busca todo el rato es sobrevivir. Y señoras, amigas, hermanas, en muchas ocasiones tenemos celos porque nuestra pareja está siendo infiel, porque otra persona se está entrometiendo en la relación o porque hay algo que no cuadra. Y PUNTO. Esto es algo que resumió mi psicóloga muy bien cuando tuve el mayor ataque de celos que he tenido nunca, recuerdo bastante bien sus palabras:   “No tienes celos porque estés insegura, tienes celos porque esa chica sigue enamorada de tu novio y claramente está compitiendo contigo para conseguirlo”.  Suspiré, reflexioné

Escribirme

  Supongo que para cualquiera, oír hablar de escribir un diario le suena a fantasía adolescente, donde hablar de las peleas con las amigas, el chico o la chica que nos gusta o nuestras vivencias del día a día.   Pero puede llegar a ser algo más importante, terapéutico y a veces, hasta sanador. Yo, en mi caso, hace un tiempo, y saturada por infinidad de problemas personales y crisis de ansiedad que llegaban a afectarme en mi vida diaria, decidí pedir ayuda y acudir a un psicólogo para que me diera alguna pauta para poder salir adelante. Obviamente, la terapia fue muy personal y adaptada a mis necesidades, pero uno de los “ejercicios” que me recomendó, creo que es bastante motivador y que puede ayudar a más de un@ de vosotr@s, así que quiero compartirlo. La idea fundamental es esa. Así de simple. Escribir un diario. Y quien dice escribir, dice grabar en audio o incluso, si te sientes preparad@, grabarlo en video. Abrirse al máximo. Contar cada cosa que sientes, que pasa por tu cabeza. De

Que te den

  Vamos a ver, una cosita. Está claro que   no todos podemos ser el Dalai Lama   o, en su defecto, una ameba. Que no todo nos puede resbalar y que hay momentos en los que la ira nos invade. Estamos de acuerdo. Pero estoy hasta el mismísimo coño de escuchar el típico “Es que él/ella/yo es/soy así” como justificación ante faltas de respeto y muestras de maltrato verbal. Hago   un llamamiento a todas las personas que estén saliendo con gritadores profesionales. Abrid los ojos: los gritos son una agresión. A mis 38 años  ya he pasado por dos relaciones en las que mi pareja me gritaba sin ton ni son.  Yo, que soy lo que ahora llaman Persona Altamente Sensible, lo he llevado como he podido. Mi última pareja, por ejemplo, tenía un problema evidente de gestión de la ira y, aunque normalmente se iba de casa para darse hostias contra las fachadas del vecindario, a veces soltaba esa ira gritando. Y, aunque me hacía sentir fatal, el enamoramiento tóxico me dejaba pensativa. “A lo mejor no me grita

Miau!

  Bien, bien, bien. Si hay algo que los amantes de los gatos sabemos es que preferimos mil veces ser «loca de los gatos» que seguir alimentando las llamas de esas relaciones tormentosas y fracasadas. ¿Qué es mejor, un felino peludito que te recibe con ronroneos y te trae alegría, o un compañero humano que te trae más drama que una telenovela? Eso en el mejor de los casos, para ser honesta, (al menos en mi caso). Claro, todos conocemos cómo son esas relaciones en las que uno arrastra a su pareja humana al veterinario más veces de las que va  él al gimnasio. Porque para ti tus amigos peludos son parte de ti y entonces haces comentarios como: «Estaría bien si pasamos más tiempo juntos… ¡y también con mis 10 gatos!» Esos comentarios no suelen sentar bien para la mayoría de la gente, para otros son como gigantes “red flag” aunque para nosotros (los amantes de los felinos) son como música celestial. Imagínate pasar tus días al lado de esos mininos adorables en lugar de con alguien que te hac

Hazme reir

  Un buen sentido del humor para mí es determinante. En mi grupo de amigas existen todo tipo de prioridades claro está. Y hasta mis propias prioridades han ido cambiado con el tiempo. Yo siempre giraba la cabeza como la niña del exorcista cuando veía un rapao, pero a día de hoy tengo claro que un buen humor es  lo que más cachonda me pone. No sé, algunas chicas se abanican la cara cuando ven un torso definido. Yo, qué quieres que te diga,  a mí me haces reír y se me mojan las bragas . Además y aunque parezca irónico, compartir el sentido del humor, para mí ( y por lo visto para Kim Kardashian) es algo serio en el ámbito sentimental. Mira tú por dónde: En un estudio realizado por el psicólogo norteamericano Rittman Eric Blessler, titulado «El humor y el cortejo»  dice que los hombres con un buen sentido del humor, suelen resultar más atractivos. Si es que ya sabía yo que no digo las cosas por decir. No solamente es un arma de conquista eficaz, sino que también es una prueba de compatibi

Ahora no "mola" pedir perdón

Si fuese millonaria y en mi isla desierta solo habria espacio para un pequeño grupo de personas, el premio se lo llevarían las que no piden perdón o, peor aún, las que encima de cagarla se obcecan, se ponen orgullosas e intentan convencerte de que la culpa es tuya. Acaparan todo mi rencor, desgastan mis velas negras y sacan el lado oscuro que llevo dentro.   No shame, yo tengo muchos defectos, pero sí algo me enseñó mi madre es la importancia de decir, aunque sea de vez en cuando, lo siento . ¿Ves cuando un ex te hace una putada muy gorda y le metes en la lista negra de contactos del móvil? Pues eso deben hacer algunas personas con la palabra “perdón”. No entra en su vocabulario, se perdió por el camino y estaban demasiado ocupados mirándose el ombligo como para dar la vuelta e ir a buscarla. ¿Que eres mudo? No pasa nada, hay muchas formas de decir lo siento sin palabras.  Poniendo ojos de cachorrito, dando un abrazo, invitando a una cerveza o enviando el emoticono de la flamenca del

Poder equivocarte

    ¿Os acordáis cuando os podíais equivocar y no pasaba nada? Todos los recuerdos me llevan a  la infancia, aprendías a andar y te caías, a hablar y decías la palabra mal y toda tu familia se reía  pero no con maldad, si no con cariño y luego te decían como debías de decirlo bien ¿Pasaba algo?  Sí, que del error aprendes a hacerlo bien, y no piensas “ mierda , mierda, la he cagado”, no,  solamente, estabas aprendiendo.   En el cole todavía estaba presente el poder equivocarse, todavía, por lo menos en mi caso,  podía hacer los deberes y los exámenes a lápiz, que te equivocabas, borrabas y lo volvías a hacer, que te  seguías equivocando, borrabas hasta que hacías un agujero tan grande que podías ver mas allá del  papel y tenías que pedir con vergüenza otra copia porque te habías equivocado. Sí amiga, con  vergüenza, aquí ya vamos notando como los errores se hacen importantes pero todavía estaban un  poco justificados porque estas en pleno crecimiento y bueno, te lo dejaban pasar pero y