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El día en el que el ginecólogo me dijo...

  Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el

Sí, yo soy la pesada de las fotos

  Yo soy la fuerza que lucha por generar recuerdos contra los complejos ajenos, «la pesada de las fotos» tanto en la familia como entre lxs amigxs.   Quizás porque soy consciente de esas pérdidas que luego se sufren. Porque sí, los recuerdos más importantes se llevan en la mente y el corazón como me dicen algunxs, pero con el paso del tiempo la mente es caprichosa y una foto es capaz de transportarte a un instante y hacerte recordar sensaciones, olores, sonidos, etc.  Todo empezó cuando tendría yo unos 10 años,,me llevé la cámara compacta automática de carrete que me habían regalado para la comunión al cole y obligué a mi tutor a hacernos una foto a toda la clase en el recreo y aún hice alguna más de mis amigos, que salen borrosas, desenfocadas, con cabezas cortadas y ojos rojos. Yo salgo como el culo, con una diadema horrorosa, un jersey muy retro de rombos, dientes de conejo y gafas enormes. Pero esas fotos son oro para mí, y así empezó todo.  Bueno, en realidad no, en realidad empez

Los raros

  Soy rara, también puedo decir que «diferente»… tal vez no respondo a lo que se podría considerar «normal», o esta moda de ahora de «la buena gente de bien», yo no me siento más especial… Soy rara porque así lo ven otras personas. Mi experiencia personal y profesional me dice que por ser «diferente», puedes ser excluida… tratada mal… y un largo etcétera.  Lo peor es que no responde a un patrón concreto, puede ser por tu físico,  por tus gustos, por tu trabajo e incluso por tu familia, por cualquier cosa que no responda a «un patrón de normalidad». No me importa ser «rara», pero cuando esa consideración afecta a mi vida, ya me mosquea. Me pregunto, es necesario joder tanto la existencia de una persona por un factor que le hace diferente? En la diferencia está la belleza, qué triste si todos fuéramos iguales, cortados por un mismo patrón. Cuando esto pasa en la adolescencia, este acoso se produce en la etapa más crítica de una persona, y recibe el nombre del ya tan conocido y nombrado,

Qué fácil es perderse y qué difícil reencontrarse

  ¿Alguna vez habéis tenido la impresión de volver a una especie de yo anterior después de terminar una relación?   ¿Tenéis una amiga que siempre desaparece cuando tiene pareja?   A veces, esa sensación de pérdida de una misma es tan intensa que te sorprendes al no recordar cuándo dejaste de hacer eso que tanto te gustaba. Y eso es muy triste. Es normal, hasta cierto punto, modificar tus rutinas, costumbres o variar de gustos a medida que una relación de pareja se va desarrollando en el tiempo. Sí, es normal, porque estás intentando crear un espacio común con una persona que es diferente a ti. Quizás coincidáis en muchos gustos y, a priori, no resulte muy complicado encajar y podáis disfrutar de tiempo de calidad juntos sin necesidad de renunciar a demasiadas cosas. Pero, a veces, no parece tan simple. A veces, ocurre que no tienes tantos gustos en común con la persona de la que te has enamorado, por lo que te vas metiendo en su mundo, hasta un cierto punto.  Sin embargo, en ocasiones,

La soledad de las amistades

  Sí, ya, no es la primera vez que leéis que alguien está solo y no tiene amigos/as. Al parecer es la realidad de una gran (pero escondida) mayoría de jóvenes…pero también os digo que, no es lo mismo estar así a los 20 que a los 30, y os voy a decir por qué. A los 20, aunque tu chumino va tiñéndose ya de negro, estás más abierta a la vida, a conocer gente nueva, a comerte el mundo.  Aun te queda inocencia e ingenuidad y todavía te la pueden jugar algunas veces.  A los 30 ya no. A los 30 lo tienes bien negro como el carbón y hasta puede que con alguna cana.  Eres MUCHO más exigente y no aceptas tonterías. Estás cansada de la vida y de las gilipolleces de la gente y cualquier mínima tontería te desalinea los chakras y pasas de continuar.  Las circunstancias vitales de la gente a los 20 suelen ser las mismas: todos están en época estudiantil en mayor o menor grado (salvo excepciones), lo que hace que vuestros planes y vuestros horarios puedan ir en absoluta armonía. A los 30 no, a los 30

A mi me van los timidos...

  No me gustan los malotes, no me gustan los ligones ni los chulitos, esos que van con actitud de perdonavidas.  Vamos, que me gustan los chicos tímidos y tiernos, esos que dan ganas de achucharlos por lo buena gente que son. También me pasa con los personajes de ficción,  en Sensación de Vivir me gustaba Brandon y en The Walking Dead me quedo con Glenn. Yo al igual que Sandy en Grease me habría enamorado del Danny Zucco romántico y dulce y no del que va de canalla. Pero claro,  con películas como «A 3 metros sobre el cielo» o «50 sombras de Grey» que son exitazos parece que a todas nos atraen los que van de perdonavidas. Os equivocáis generalizando y me molesta que piensen que las mujeres preferimos a los que van de rompecorazones o directamente lo son. No quiero que ningún tipo así se me acerque, atrás Satanás, quiero un chico buena gente, honesto, fiel, lo que todas conocemos como  un buen tío. Pues sí, chicas, seguramente a algunas os vaya la marcha y estaréis pensando que vaya abu

Ruptura, cosas que no deberias de decir...

  Teniendo la separación de mis padres, la de matrimonios en general e incluso rupturas de mis amigos, me he dado cuenta de que hay patrones que se repiten a cualquier edad y que hay ciertas palabras que es mejor no sacar a la luz en esos momentos. “Es que esto es mío” Por no decirte que todo es suyo porque “ha salido de mi”. Siendo cosas que se han compartido durante años, meses o el tiempo que sea. Todo se comparte hasta que llega el momento de la separación y el egoísmo es el protagonista en esto. Todo se divide de una forma no equitativa, en la que moralmente es de ambos y se olvida lo vivido a la hora de repartir de una forma justa. “He perdido el tiempo” Me da mucha rabia cuando alguien dice esto tras una ruptura. Han vivido un tiempo genial con su pareja, en el que todo era bonito y perfecto y cuando las cosas se tuercen y son relaciones que acaban mal creen que todo el tiempo que pasaron con las otra persona no ha merecido la pena y que ha sido una pérdida de tiempo. Si esa per