Sí, yo soy la pesada de las fotos

 Yo soy la fuerza que lucha por generar recuerdos contra los complejos ajenos, «la pesada de las fotos» tanto en la familia como entre lxs amigxs. Quizás porque soy consciente de esas pérdidas que luego se sufren. Porque sí, los recuerdos más importantes se llevan en la mente y el corazón como me dicen algunxs, pero con el paso del tiempo la mente es caprichosa y una foto es capaz de transportarte a un instante y hacerte recordar sensaciones, olores, sonidos, etc. 

Todo empezó cuando tendría yo unos 10 años,,me llevé la cámara compacta automática de carrete que me habían regalado para la comunión al cole y obligué a mi tutor a hacernos una foto a toda la clase en el recreo y aún hice alguna más de mis amigos, que salen borrosas, desenfocadas, con cabezas cortadas y ojos rojos. Yo salgo como el culo, con una diadema horrorosa, un jersey muy retro de rombos, dientes de conejo y gafas enormes. Pero esas fotos son oro para mí, y así empezó todo. 


Bueno, en realidad no, en realidad empezó mucho antes, más en mi niñez cuando aún no sabía ni qué existían las cámaras, tenía la costumbre de hacer lo que yo llamaba «fotos mentales» cuando era feliz, cerraba los ojos muy fuerte e intentaba recordar imágenes, sensaciones olores, sonidos. Así atesoré el roce del pelo de mi madre en mi cara mientras me hacía cosquillas y nos reíamos las dos, la cuesta del prado de amapolas por la que bajábamos mi abuelo y yo de la mano mientras el sol calentaba mi cara y una serie de recuerdos más que por desgracia se fueron desdibujando con el tiempo. 


La mente es caprichosa sí, pero ahora disponía de un artilugio que me ayudaba a atesorar esos recuerdos casi para siempre, y así es como mi cámara y yo empezamos a ser inseparables y empecé a fotografiar a todo aquel que se cruzaba en mi vida. Fuimos evolucionando con el tiempo y la tecnología. Y a nadie le sorprendió cuando decidí estudiar fotografía aunque luego no me dedicase a ello...


Sigo aguantando las protestas de mis amigxs y familiares cuando me empeño en inmortalizar un momento: «Ay, a mí no me saques que estoy horrible», » Vale, pero luego me retocas que tengo unas ojeras…», «A mí ponme muchos filtros y hasta que no te de el visto bueno no las subes, eh?», «No las irás a poner en Facebook no? Si las pones no me etiquetes».

A lxs que dicen que no les saque les saco a escondidas sin que se enteren, luego se las enseño y siempre se ven tan hermosxs como yo les vi. Al resto se las enseño años después y siempre me dicen lo mismo: «Ala que chula! Que guapA y que joven estaba, cómo podía pensar que era fex?» «La verdad que gracias a ti tenemos ese recuerdo» y cosas así. Entonces son ellxs los que las suben al Facebook, etiquetan a todo el mundo y se muestran orgullosxs. 

Este efecto se magnifica muchísimo cuando alguien ya no está y lo único que te queda son las fotos y los recuerdos que te traen. Una mezcla de sentimientos, de dolor, alegría, nostalgia, etc. A veces lo único que te queda es eso y bendices el día en que te convertiste en la pesada que se empeña en inmortalizarlo todo aguantando quejas, porque alguien tiene que serlo, porque después se agradece. 



No sé, quizás soy demasiado sentimental con esto o tengo problemas de apego y debiera hacérmelo mirar con mi psicóloga pero mientras tanto, pese a quien pese, soy y seguiré siendo «la pesada de las fotos».

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades