Y con Diciembre a la vuelta de la esquina, resulta que no era la lluvia, sino tú, el que me calo hasta los huesos.
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Mostrando entradas de noviembre, 2010
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No puedo continuar haciendo como si no pasara nada. No soy así, y no me gusta. Es como cuando todo le mundo se queda en silencio, y yo me empiezo a reir, porque soy así, y porque no aguanto el silencio. Pues con esto pasa exactamente igual. Yo estoy harta de que tú te calles todo. De que me armes una cada vez que intento expresarme. Si por ti fuera podríamos estar así toda una vida. Y no, yo tengo que soltarlo, y no puedo continuar así, con una puta bola cargada de problemas, porque lo único que hace es acumular más problemas, y te puedo advertir, cariño, de que la bola esta suficientemente cargada, y que como explote, agüita con lo que tendrás que soportar. Estoy harta, pero continuo, voy hacia delante, no me paro. Es como en natación, yo cuando nado, nado y punto, por muy cansada que esté no me sale pararme a la mitad, porque tengo otra opción (disminuir el ritmo). Ahora tú tienes una opción, y es que puedes vaciar la puta bola cargada de problemas. Yo te doy esa opción
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La tristeza , sin embargo, subyace. O mejor: es como el monstruo de las galletas del alma. Se come todo lo que tengas por dentro. A lo mejor los ataques de ansiedad precedentes a una tristeza profunda se deben a que el bicho azul se va quedando sin gasolina. Después, como es lógico, empieza contigo. Primero se come tu amor propio, tu autoestima, tu seguridad. La fe en ti mismo, el optimismo. Tu alegría. Las ganas de salir, las de hacer cosas. Cuando no tiene nada más que comerse se caga en tu puta madre, y eso, desde dentro, duele. Duele hasta el punto de que uno se siente culpable por estar vacío (y no poder alimentar a la criatura) Y llora. Pero el bicho sigue teniendo hambre, y nadie le ha lavado la boca con lejía nunca, y te sigue diciendo un montón de cosas bonitas. Y tú te sientes muy mal porque no sabes cómo llenar ese hueco, porque hombre, nadie va vacío por la vida. Seguro que tus vecinos y tus amigos y esos a quien quieres y respetas tienen muchas cosas por dentr
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Puedes : Puedes buscarme los puntos cardinales, las risas que me guardo, las cosas que no digo. Tienes permiso para engancharte a mi, a mis bolsillos y al brillo de mi pelo. Quiero : A cambio pido una canción, tres poemas, cuatro besos y dos abrazos fuertes. Eso es todo. Eso y olvidar qué es el miedo, la duda, el vacío y todas esas películas que no nos dicen nada.
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Tiene las manos vacías. El corazón sin tráfico. Los semáforos verdes. Sólo quiere que le den un abrazo de esos que dicen "estoy para quedarme, para desayunar contigo y contarte cuentos por las noches". Está pidiendo a gritos que le cierren la boca con los dedos borrachos. Cansado de vivir en los tejados y mendigar amor y algo de abrigo. Tiene los ojos vacíos. Las piernas desgastadas. La cama en carne viva. Sólo quiere que le besen por dentro. No tener que aparcar en doble fila. Dejar el alquiler. Pagar una hipoteca. Amueblar una casa. Conocerte. Amarte. Que dejes tu ropa en el armario y en el baño el cepillo de dientes.
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Lo he escuchado, leído y visto. Esa capacidad que tienen las personas para decir dos palabras, esas dos palabras que no deberían decirse tan esporadicamente como ahora se hace. Esas palabras deberían ser propiedad de gente que sí sepa el significado, de personas que hayan luchado por aprender a decirlas. Que esas dos palabras no son de usar y tirar, no son desechables. Y me da rabia porque a mi me ha costado aprender a vocalizarlas, me da rabia porque sé su significado, porque me costó tanto tiempo meterlas en mi vocabulario. Deberían venderse al mejor postor en sentimientos, tener derechos sobre ellas, pero también obligaciones. Y ahora lo ves por todos lados "Hola Elena, te quiero", pero la persona que lo dice acaba de conocer a Elena hace dos días. Creo que esas dos palabras son como las mejores sedas, necesitan tiempo y dedicación para que alguien valore su significado y el trabajo que ha costado llegar hasta ellas. Por eso ahora me quedo con otro tipo de pa
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Haz lo que tengas que hacer por tí misma, nunca hagas por nadie nada a menos que veas que esa persona sería capaz de hacer por tí lo que tú por ella. Es algo que siempre me dijo mi abuela... Cuanta razón tiene. Muchas veces arriesgamos por los demás, hacemos por los demás y luego esas personas salen de nuestras vidas como si se tratasen de personas que entran y salen de un supermercado. Yo por ti si se que me arriesgaría en más de una ocasión, nunca he estado tan segura de algo. :)
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No existe el olvido, no se puede olvidar a una persona o un hecho, simplemente, se supera. Superas relaciones, superas miedos, superas perdidas, superas heridas, continuamente superamos cosas, pero no las olvidamos. No desaparecen de un día para el otro ni de un año a otro de nuestra mente, simplemente comenzamos a darle importancia a otras cosas u otras personas que nos van alejando de lo que nos causa daño hasta que logramos que no nos afecten más.Es una cuestión más que nada, de tiempo...
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Y es que del amor, como de la vida, siempre se espera más y nunca se está satisfecho. Y mi contento se limita a momentos puntuales, probablemente amplificados en la memoria, y casi siempre, en el recuerdo, transcurridos a oscuras. Avanzarán los días y yo seguiré hundiéndome poco a poco en esta ansia de infinito, en esta inapagable sed de absoluto en la que nada es suficiente. Si por mí fuera, me pasaría el día haciendo el amor, y no sólo porque me guste sino porque es entonces cuando parece que las cosas llegan al límite; cuando, aunque sólo sea por tres segundos, huyo, salgo de mí, me hincho de luz y me aclaro, feliz y sin memoria, prendida en labios inventores de espléndidos engaños. Y entonces me digo que sí, que tiene sentido seguir adelante, a pesar de esta certeza de estar siempre sola.