Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2009
Cada día que pasa quedo más convencida de que he nacido para algunas cosas, y para otras no. Lo normal sería decir que una persona ha nacido para ser médico, pintor, profesor… para ser madre, o padre (para esto sólo nacen unos cuantos). Pero yo digo, bien orgullosa, que si yo he nacido para algo, ha sido para querer. A mí me gusta querer, estar rodeada de la gente que quiero, sentirme querida, necesitada, involucrada en la vida de los demás, dejarme llevar cuando salen mil planes, y cuando no también. Pero sobre todo, y cada día lo voy teniendo más claro (considerando que el hecho de llamarme de esta forma y no de aquella no me hace tener casi nunca las ideas CLARAS), he llegado a la conclusión, de que si yo ese día nací para algo, fue para conocer que el mundo tiene una infinidad de colores según la luz del día, o de la noche. Que los atardeceres pueden ser melancólicos o románticos depende de con quién lo hagas. Que la comida es un placer pero que hay placeres más intensos aún. Que l
No pienso desaparecer. ¿Y sabes por qué? Porque en la autopista todo va rápido, cuando quieres incorporarte a una nueva carretera es difícil que el de atrás no te sobrepase. Y yo ahora me he cansado de no pisar el acelerador. Antes hasta los ciclomotores me pisaban por encima. El otro día decidí dejar de llorar, no, esta vez, NO. Soy su princesa, y serlo me da fuerzas. Para todo, menos para dormir sola. Cuando miro por el espejo retrovisor le veo a él. Y no soy ninguna santa, claro que no. Al menos, me he cansado de serlo. La gente elige qué coche deciden tener, por qué carretera ir y a qué lado mirar. Y yo, que respeto los destinos de los demás, también he elegido el mío. Esta vez no voy a ser esa niña buena y tonta que se calla en el andén. Y aunque vea cómo me quedo sola en medio de la puta carretera, en medio de esa puta carretera, aunque tenga que fumarme mil cigarrillos, seré fuerte, y aunque me caigan mil rayos encima lograré llegar al final del túnel. Porque hay adelantamientos
Imagino que ahora el viento sopla contra mi favor y que las circunstancias obligan a encontrarse con la verdad de frente, cuando no queda otra alternativa posible a la afirmación de la misma sin elección. Es como cuando ves morir a un mosquito por sobrecalentamiento al acercarse una y otra vez a una bombilla que lleva encendida ya dos horas. Se quema y aún así lo sigue haciendo. Hasta que acaba por dejarse llevar por la gravedad y muere en el suelo hecho casi cenizas. Yo soy ese mosquito, y la tendencia hacia la luz eran mis ganas de afianzar algo que ni siquiera existía. Una invención del destino. Un zurdo escribiendo con la derecha y creó esta historia que acaba con esta tormenta que aún está empezando. Y aunque duela escuchar todos los truenos, y soportar todos los rayos que me están cayendo encima, sé que siempre alguien me estará cogiendo con fuerza la mano para que no me deje llevar por la gravedad. Soportar el peso de algo que no tiene nada que ver contigo es demasiado injusto.

Equilibrista.

Es muy fácil acostumbrarse a estar acompañado en momentos de soledad. Es muy fácil acostumbrarse a dormir de esa forma. O a no dormir. Porque en noches como esa, dormir era simplemente una pérdida de tiempo más. Como cuando pierdes el autobús y tienes que esperar media hora en la parada a que venga el siguiente. Acabo echando siempre a andar porque estar quieta no sirve de nada. Demasiado tiempo perdido en el pasado. Ahora vivir a tope la suerte que estoy teniendo es sólo cuestión de gratitud hacia la vida, hacia las personas, hacia este solecito de verano, hacia los buenos planes y hacia esas cosas que sentimos tú y yo dentro y que se nos escapan hacia fuera en forma de cualquier tipo de demostración de las sensaciones que nos hacen presos. El otro día me di cuenta de que si te pasaba algo sería capaz de aguantar todo tipo de maltrato con tal de volver a ver tus ojos verdes otra vez. Y fui feliz. Porque me demostraste al instante que soportarías lo mismo por mí. El caso es que me hace

Realidades.

A veces pienso que este mundo no está hecho para personas como tú y como yo, bueno, como tantos. Aunque algunas personas se queden cortas midiendo suspiros porque no les merece la pena vivirlos por motivos absurdos, ya que de lo absurdo de este mundo es intentar no sentir, sin embargo, otras damos la vida por sentir y por tener suspiros de esos al rojo vivo en cualquier sitio y en cualquier momento del día. Hay gente que parece que tienen pereza de vivir, otros, intentan vivir demasiado rápido y de lo rápido que quieren sentirlo todo acaban por autodestruir sus principios, sus ideales y sus propios sentimientos, otros, tienen un continuo miedo a caer porque no saben que algunas veces para subir a lo más alto es necesario caer antes, otros, no sienten directamente porque a veces se me olvida que hay gente que no tiene alma, que no tiene corazón, y otros, otros vivimos, sentimos, reímos, suspiramos, nos enamoramos, caemos, nos volvemos a enamorar, somos felices, superamos miedos y nos ex