Imagino que ahora el viento sopla contra mi favor y que las circunstancias obligan a encontrarse con la verdad de frente, cuando no queda otra alternativa posible a la afirmación de la misma sin elección.

Es como cuando ves morir a un mosquito por sobrecalentamiento al acercarse una y otra vez a una bombilla que lleva encendida ya dos horas. Se quema y aún así lo sigue haciendo. Hasta que acaba por dejarse llevar por la gravedad y muere en el suelo hecho casi cenizas.
Yo soy ese mosquito, y la tendencia hacia la luz eran mis ganas de afianzar algo que ni siquiera existía. Una invención del destino. Un zurdo escribiendo con la derecha y creó esta historia que acaba con esta tormenta que aún está empezando.
Y aunque duela escuchar todos los truenos, y soportar todos los rayos que me están cayendo encima, sé que siempre alguien me estará cogiendo con fuerza la mano para que no me deje llevar por la gravedad.
Soportar el peso de algo que no tiene nada que ver contigo es demasiado injusto. Los juicios morales rápidos también son demasiado injustos. Y derrochar ira y odio a mansalva también es demasiado injusto. Arrasar de raíz con todas las flores de la primavera es también injusto.
El juego consiste en crearte una máscara y salir con ella a pasear mientras puedas.
Pues no estoy dispuesta… No me ha gustado nunca disfrazarme.

Este mosquito ya no puede ir más veces hacia la luz, o va a morir por cortocircuito en el sistema defensivo

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