No pienso desaparecer. ¿Y sabes por qué? Porque en la autopista todo va rápido, cuando quieres incorporarte a una nueva carretera es difícil que el de atrás no te sobrepase. Y yo ahora me he cansado de no pisar el acelerador. Antes hasta los ciclomotores me pisaban por encima. El otro día decidí dejar de llorar, no, esta vez, NO. Soy su princesa, y serlo me da fuerzas. Para todo, menos para dormir sola. Cuando miro por el espejo retrovisor le veo a él. Y no soy ninguna santa, claro que no. Al menos, me he cansado de serlo. La gente elige qué coche deciden tener, por qué carretera ir y a qué lado mirar. Y yo, que respeto los destinos de los demás, también he elegido el mío. Esta vez no voy a ser esa niña buena y tonta que se calla en el andén. Y aunque vea cómo me quedo sola en medio de la puta carretera, en medio de esa puta carretera, aunque tenga que fumarme mil cigarrillos, seré fuerte, y aunque me caigan mil rayos encima lograré llegar al final del túnel. Porque hay adelantamientos que duelen demasiado.
Yo con mi bici me conformo. Que muy lejos no llegaré. Pero es que yo tengo todo lo bueno aquí al ladito. Y tengo a mi pedacito de pan aquí al ladito…

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