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Cierra o abre

  Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...

La vida sigue.

  ¿No te quiere? ¡Pues él se lo pierde! Ya… lo sabemos. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo. De hecho, seguro que le has dicho eso mismo a alguna amiga en más de una ocasión.  Ánimo, tía. Si no te quiere, él se lo pierde. Pero ahora es diferente,  ahora eres tú la que sufre por amor. O por desamor, mejor dicho. Por rechazo. Porque se acabó, ya no te quiere. Caray, duele . No cabe duda de que se pasa mal. A veces se pasa muy pero que muy mal. Pero, eh, ya está. Basta de autocompadecerse. De esto se sale y vas a empezar a hacerlo ya. Sal del agujero en el que te hayas metido, levanta la cabeza y sigue nadando, como diría Dory. Lo cual nos viene al pelo, porque será por peces en el mar. Espera, ese es otro topicazo del que quizá mejor deberías huir, ahora que lo pienso. No es momento de centrarse en salir a conocer a otros peces.  Es momento de que recuerdes que, si hay un pez que merece la pena, ese eres tú, amiga. Porque ese es el primer paso: NO TE CULPES.  N...

Duelo.

  Cada vez que algo cambia en nuestras vidas necesitamos un proceso de asimilación y cuando es una situación delicada como puede ser una ruptura, sentimental o extrapolable también a una relación de amistad, necesitamos algo más que la asimilación. Necesitamos, como cuando nos enfrentamos a la muerte, pasar por un proceso  de duelo antes de poder llegar a la asimilación.   Nos acostumbramos a compartir momentos muy importantes de nuestra vida con alguien y cuando se rompe la relación tenemos que aprender a vivir sin esa persona. La relación se acaba, ya no existe y para nuestro cerebro es un shock, las rutinas que tenías ya no existen, los comportamientos que tenías ya no se repiten y es difícil de aceptar. Tienes que aceptar la tristeza y transitar por el duelo como algo natural para poderte curar, para digerir que tu vida ha cambiado y para poder continuar.  No es sano el forzarnos a actuar como que todo es como siempre, el proponernos estar muy bien muy rápid...

No te culpes

  Voy a empezar dando un mensaje muy claro: no todos los celos que sentimos son porque  tenemos que gestionar algo en nosotras . Y punto.   Está muy guay el rollito este "new age" moderno de que los celos son inseguridades propias, falta de autoestima etc. En la mayoría de los casos es así, y está claro que cuanto más trabajemos nuestro crecimiento personal mejor estaremos. Pero los celos son una respuesta del cerebro que lo que busca todo el rato es sobrevivir. Y señoras, amigas, hermanas, en muchas ocasiones tenemos celos porque nuestra pareja está siendo infiel, porque otra persona se está entrometiendo en la relación o porque hay algo que no cuadra. Y PUNTO. Esto es algo que resumió mi psicóloga muy bien cuando tuve el mayor ataque de celos que he tenido nunca, recuerdo bastante bien sus palabras:   “No tienes celos porque estés insegura, tienes celos porque esa chica sigue enamorada de tu novio y claramente está compitiendo contigo para conseguirlo”.  ...

Escribirme

  Supongo que para cualquiera, oír hablar de escribir un diario le suena a fantasía adolescente, donde hablar de las peleas con las amigas, el chico o la chica que nos gusta o nuestras vivencias del día a día.   Pero puede llegar a ser algo más importante, terapéutico y a veces, hasta sanador. Yo, en mi caso, hace un tiempo, y saturada por infinidad de problemas personales y crisis de ansiedad que llegaban a afectarme en mi vida diaria, decidí pedir ayuda y acudir a un psicólogo para que me diera alguna pauta para poder salir adelante. Obviamente, la terapia fue muy personal y adaptada a mis necesidades, pero uno de los “ejercicios” que me recomendó, creo que es bastante motivador y que puede ayudar a más de un@ de vosotr@s, así que quiero compartirlo. La idea fundamental es esa. Así de simple. Escribir un diario. Y quien dice escribir, dice grabar en audio o incluso, si te sientes preparad@, grabarlo en video. Abrirse al máximo. Contar cada cosa que sientes, que pasa por tu c...

Que te den

  Vamos a ver, una cosita. Está claro que   no todos podemos ser el Dalai Lama   o, en su defecto, una ameba. Que no todo nos puede resbalar y que hay momentos en los que la ira nos invade. Estamos de acuerdo. Pero estoy hasta el mismísimo coño de escuchar el típico “Es que él/ella/yo es/soy así” como justificación ante faltas de respeto y muestras de maltrato verbal. Hago   un llamamiento a todas las personas que estén saliendo con gritadores profesionales. Abrid los ojos: los gritos son una agresión. A mis 38 años  ya he pasado por dos relaciones en las que mi pareja me gritaba sin ton ni son.  Yo, que soy lo que ahora llaman Persona Altamente Sensible, lo he llevado como he podido. Mi última pareja, por ejemplo, tenía un problema evidente de gestión de la ira y, aunque normalmente se iba de casa para darse hostias contra las fachadas del vecindario, a veces soltaba esa ira gritando. Y, aunque me hacía sentir fatal, el enamoramiento tóxico me dejaba pensa...

Miau!

  Bien, bien, bien. Si hay algo que los amantes de los gatos sabemos es que preferimos mil veces ser «loca de los gatos» que seguir alimentando las llamas de esas relaciones tormentosas y fracasadas. ¿Qué es mejor, un felino peludito que te recibe con ronroneos y te trae alegría, o un compañero humano que te trae más drama que una telenovela? Eso en el mejor de los casos, para ser honesta, (al menos en mi caso). Claro, todos conocemos cómo son esas relaciones en las que uno arrastra a su pareja humana al veterinario más veces de las que va  él al gimnasio. Porque para ti tus amigos peludos son parte de ti y entonces haces comentarios como: «Estaría bien si pasamos más tiempo juntos… ¡y también con mis 10 gatos!» Esos comentarios no suelen sentar bien para la mayoría de la gente, para otros son como gigantes “red flag” aunque para nosotros (los amantes de los felinos) son como música celestial. Imagínate pasar tus días al lado de esos mininos adorables en lugar de con alguien q...