Es jodido. Jodido necesitar hablar con el porque hay cosas que sólo quiero contarle a el. Es jodido dudar si marcar su número por miedo a un "no me importa", "no me llames para esto", o por miedo a la confianza. En el sentido de que podrá haber mucha, pero no ha vuelto a ser sincero conmigo. No ha vuelto a haber sinceridad por su parte en temas que flotan y flotan y flotan. Es el continuo pensamiento de siempre. El que no me deja dormir. Pensar si sólo seré yo quien esté haciendo las cosas mal, que no me esté portando como me debería de portar, que no esté actuando bien. Esperar algo que me diga que no soy yo quien lo hace mal siempre, que a veces no es culpa mia, ni de nadie. Al menos ya no existe esa culpabilidad permanente; se fue hace mucho tiempo. Y hace mucho también que me pedí a mi misma dejar de pensar qué significo yo para el, qué o quién soy. Pero eso es imposible, realmente imposible. Me pregunto cada día si sigo siendo especial, aunque puede sonar a bobada o a repetición, pero siempre está ahí esa pregunta. Junto con otras muchas. ¿Pensará en mi como lo hago yo? O al menos, ¿pensará en mi? ¿Se acordará de mi en determinados momentos, al pasar por ciertos sitios, o al decir algunas palabras? ¿En algún momento sentirá que me necesita para algo? ¿Seré yo con quien querrá hablar de alguna cosa que le pueda pasar? ¿Echará de menos verme por su cocina apoyada en la encimera mirando por la ventana cuando realmente a quien miro es a ella por el reflejo? ¿Me echará de menos en su cama hablando de bobadas? O qué cojones, simplemente... ¿me echará de menos en algún momento? ¿O seré yo quien esté en su cabeza un poquito al día? Pero al final de qué sirven todas estas putas preguntas si nunca tengo los cojones suficientes a preguntárselas. Si siempre pienso... pregúntale si te echa de menos. Pero siempre pienso "es una estupidez" y en fin... nunca tengo el valor de decírtelo porque me siendo idiota. Y evidentemente, por miedo a un "no" a todas esas preguntas. Sigo siendo igual de cobarde... y me sigo sintiendo igual de vulnerable.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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