Es jodido. Jodido necesitar hablar con el porque hay cosas que sólo quiero contarle a el. Es jodido dudar si marcar su número por miedo a un "no me importa", "no me llames para esto", o por miedo a la confianza. En el sentido de que podrá haber mucha, pero no ha vuelto a ser sincero conmigo. No ha vuelto a haber sinceridad por su parte en temas que flotan y flotan y flotan. Es el continuo pensamiento de siempre. El que no me deja dormir. Pensar si sólo seré yo quien esté haciendo las cosas mal, que no me esté portando como me debería de portar, que no esté actuando bien. Esperar algo que me diga que no soy yo quien lo hace mal siempre, que a veces no es culpa mia, ni de nadie. Al menos ya no existe esa culpabilidad permanente; se fue hace mucho tiempo. Y hace mucho también que me pedí a mi misma dejar de pensar qué significo yo para el, qué o quién soy. Pero eso es imposible, realmente imposible. Me pregunto cada día si sigo siendo especial, aunque puede sonar a bobada o a repetición, pero siempre está ahí esa pregunta. Junto con otras muchas. ¿Pensará en mi como lo hago yo? O al menos, ¿pensará en mi? ¿Se acordará de mi en determinados momentos, al pasar por ciertos sitios, o al decir algunas palabras? ¿En algún momento sentirá que me necesita para algo? ¿Seré yo con quien querrá hablar de alguna cosa que le pueda pasar? ¿Echará de menos verme por su cocina apoyada en la encimera mirando por la ventana cuando realmente a quien miro es a ella por el reflejo? ¿Me echará de menos en su cama hablando de bobadas? O qué cojones, simplemente... ¿me echará de menos en algún momento? ¿O seré yo quien esté en su cabeza un poquito al día? Pero al final de qué sirven todas estas putas preguntas si nunca tengo los cojones suficientes a preguntárselas. Si siempre pienso... pregúntale si te echa de menos. Pero siempre pienso "es una estupidez" y en fin... nunca tengo el valor de decírtelo porque me siendo idiota. Y evidentemente, por miedo a un "no" a todas esas preguntas. Sigo siendo igual de cobarde... y me sigo sintiendo igual de vulnerable.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
Comentarios