Porque no me quiero imaginar que me quieras engañar/utilizar/jugar conmigo, para ser solo tu entretenimiento, que tu corazón está ocupado, que aquella chica que un día supo robarte el corazón de nuevo lo haga y yo no pueda hacer nada para impedirlo porque, al fin y al cabo, ¿quién soy yo en esta historia? Sólo un capítulo (aunque desee con todas mis fuerzas que a partir de este momento sea tu libro entero). Quizás tenga un problema conmigo misma, me ilusiono demasiado y muy pronto, y eso que juré que jamás volvería a ilusionarme con nadie más, pero me es imposible, y quizás salga dañada de esta situación, pero quiero arriesgarme, y es lo que temo, quizás mi problema sea ese, o quizás mi problema es que tu eres la solución
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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