"No te lo he querido decir. No te lo he querido decir porque tener miedo está mal visto. Es como de cobardes. Y no quiero pensar que estoy siendo cobarde. Sé que te tiene que sonar extraño tanto cambio en mi comportamiento...tienes que pensar que estoy loca o algo así. Y no te equivocas. Me estoy volviendo loca. Y eso me da miedo. Me da miedo acostumbrarme a ti y que un día me despierte y no estés. Me da miedo hacerte hueco en mi cabeza y que un día ese hueco lo tenga que llenar de tristeza. Tengo miedo, puro miedo. Y creo que no hay ninguna palabra o acción que lo vaya a cambiar. Simplemente tendré que vivir con ese miedo... sólo dame tiempo."
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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