"No te lo he querido decir. No te lo he querido decir porque tener miedo está mal visto. Es como de cobardes. Y no quiero pensar que estoy siendo cobarde. Sé que te tiene que sonar extraño tanto cambio en mi comportamiento...tienes que pensar que estoy loca o algo así. Y no te equivocas. Me estoy volviendo loca. Y eso me da miedo. Me da miedo acostumbrarme a ti y que un día me despierte y no estés. Me da miedo hacerte hueco en mi cabeza y que un día ese hueco lo tenga que llenar de tristeza. Tengo miedo, puro miedo. Y creo que no hay ninguna palabra o acción que lo vaya a cambiar. Simplemente tendré que vivir con ese miedo... sólo dame tiempo."
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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