Volver a las andadas, coger otra vez fuerzas para buscar, para no juzgar antes de tiempo. No tengo ganas de hacerlo, y me quedo aquí, disfrutando del tiempo, disfrutando de lo que ya tengo, y pensando que es estúpido no ser feliz si no lo tienes todo. Pero otras veces las cosas son distintas, y piensas, por qué siempre me encuentro sentada en el mismo sitio, con las mismas armas usadas, y la misma cara de imbécil derrotada. Dónde está mi suerte, la de verdad, la completa, la que nunca se agota, por qué siempre que deseas algo sucede lo contrario por completo. Así que sí, o no, no sé qué voy a hacer con estas cosas, sólo sé que todas estas palabras sólo sirven para decirte que esta noche, en este mísero instante, me gustaría que estuvieras aquí, conmigo.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
Comentarios