Mi pasado

Intento Dejar de culpar a las personas de mi pasado de mis errores del presente porque ellas no van a venir a solucionármelos. Mi primer novio fue un capullo, me puso los cuernos y por eso soy tan desconfiada; mi madre siempre criticaba cada cosa que hacía y por eso ahora soy insegura; mi mejor amiga parecía una santa, pero me apuñalaba por la espalda en la menor ocasión y por eso ahora me cuesta tanto hacer amigos. Si nos ponemos te aseguro que encontraremos culpables de todas nuestras cagadas, limitaciones y defectos. Es lo que tiene ser de carne y hueso, que no nacemos inseguros ni desconfiados, sino que nuestras experiencias modelan nuestra personalidad, una especie de dibujo en blanco y negro que poco a poco vamos coloreando.
El problema es que por mucho daño que me hayan hecho y por muy grande que sea la influencia de las personas de nuestro pasado en nuestro comportamiento del presente, ellos no son los que tienen que lidiar con sus consecuencias. Culpar a los demás, aunque sea con razón, es una forma de no asumir nuestra responsabilidad. Al final no buscamos una solución y nos limitamos a colgarle el muerto a otro y a barrer la mierda bajo la alfombra.
Las personas del pasado pueden ser causantes de nuestros miedos y de nuestra predisposición a actuar de determinada forma, pero no son los responsables de nuestros actos ya que eso es algo que nos concierne solamente a nosotros mismos (y a la gente de nuestro presente, que ya sabemos cómo es eso de la influencia social).
Con esto no quiero decir que debamos cargar con toda la culpa de nuestros errores, sino que debemos ser consecuentes y aceptar la parte de responsabilidad que nos corresponde. A fin de cuentas, si todo fuese culpa de los demás, ¿qué papel tendrías tú en tu vida?
Tenemos que poner un poquito de nuestra parte en el arte del autoconocimiento y parte de ese arte consiste en ser sincero con uno mismo y reconocer que no se es perfecto, que todos cometemos cagadas, pero no nos hace ser mejores ni peores personas, ya que es nuestra forma de solucionar los errores lo que nos define como personas.
Distingue entre aceptar la responsabilidad y martirizarte. Lo primero te hace ser más autocrítico y consciente de ti mismo y te ayuda a mejorar; lo segundo puede provocar frustración, tristeza y aislamiento social.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mecánica del corazón

El día en el que el ginecólogo me dijo...

La soledad de las amistades