Aquí estoy de nuevo con demasiadas ganas de mandarlo todo a la mierda y con pocas de salir de mi mundo. Me he enfadado con todo lo que me rodea aunque quizás el problema lo tengo yo sola. Necesito escapar de esto, de este lugar que está volviendo loca, realmente loca. O simplemente una noche entera bajo las estrellas que vigilan aquella playa a la que no suelo ir ya. Ya no sé que es lo que necesito, quizás pensar en todo esto solo empeore mi situación o me haga hacer cosas de las que luego pueda arrepentirme. Tengo tanto dentro que no se por donde empezar, no sé si escupir todo lo que va por dentro o guardarlo para irlo tragando de poco en poco y empezar a aceptar todo esto que tengo delante. Porque ya no quedan de esas personas en las que confiar, porque no quedan de esas personas con las que puedes pasar horas en silencio y luego continuar como si nada hubiera pasado. Aveces lo echo de menos y aveces me repito a mi misma que yo sola me lo he buscado. Así que ya no me queda nada que hacer, saldré a la calle a pasearme entre toda esa gente a la que no le importa que estés enfadada con ellos tambien y te sonrian sin más y entonces sin ellos quererlo te hacen darte cuenta de que realmemte no merece la pena andar triste por esta vida, que no merece la pena bajar la cabeza cuando alguien te mira fijamente queriendo decir de todo sin soltar una palabra. Voy a escaparme de este lugar. Abre la puesta, que voy para allá!
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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