Aquí estoy de nuevo con demasiadas ganas de mandarlo todo a la mierda y con pocas de salir de mi mundo. Me he enfadado con todo lo que me rodea aunque quizás el problema lo tengo yo sola. Necesito escapar de esto, de este lugar que está volviendo loca, realmente loca. O simplemente una noche entera bajo las estrellas que vigilan aquella playa a la que no suelo ir ya. Ya no sé que es lo que necesito, quizás pensar en todo esto solo empeore mi situación o me haga hacer cosas de las que luego pueda arrepentirme. Tengo tanto dentro que no se por donde empezar, no sé si escupir todo lo que va por dentro o guardarlo para irlo tragando de poco en poco y empezar a aceptar todo esto que tengo delante. Porque ya no quedan de esas personas en las que confiar, porque no quedan de esas personas con las que puedes pasar horas en silencio y luego continuar como si nada hubiera pasado. Aveces lo echo de menos y aveces me repito a mi misma que yo sola me lo he buscado. Así que ya no me queda nada que hacer, saldré a la calle a pasearme entre toda esa gente a la que no le importa que estés enfadada con ellos tambien y te sonrian sin más y entonces sin ellos quererlo te hacen darte cuenta de que realmemte no merece la pena andar triste por esta vida, que no merece la pena bajar la cabeza cuando alguien te mira fijamente queriendo decir de todo sin soltar una palabra. Voy a escaparme de este lugar. Abre la puesta, que voy para allá!
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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