Caminar por la calle es bastante curioso. El otro día iba yo andando y un cura me miró de arriba a abajo. Las señoras comentan si vas de la mano con tu pareja, y si te besas, no digamos. Si vas con la música a tope todos se dan la vuelta. Los coches se saltan el paso de cebra y los peatones cruzan por donde no deben.

De vez en cuando yo también cruzo por donde no debo, por donde está prohibido o quizás por donde no me incumbe. Lo hago muchas veces y siempre me acabo arrepintiendo. Cuando me salgo del camino establecido, ay, las lamentaciones después. Y me pregunto por qué no podré quedarme quietecita y calladita, sin sentir, ni padecer. Tengo hiperactividad en el cerebro pero sobre todo en el corazón. Voy a tener que ir a ver si me anestesian el alma. Que tanta reacción fisiológica no creo que sea buena para mis ojeras.

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