Ven

Botones obedientes, el ritmo lento de la cremallera, caricias que no piden permiso. Cierro los ojos, la mente en blanco, en rojo, ¡no! mejor en negro. Puedo sentir cada centímetro de mi cuerpo. Un susurro al oído, un beso en el cuello. Mi piel se pone en guardia, un dedo repasa mis labios. Mi lengua investiga, lo saborea, zizagea húmeda hacia mis pezones, los bordea, los pellizca con suavidad, adivina unos labios bajando a mi vientre, despacio, recreándose en mi ombligo, posándose dulcemente sobre mis braguitas. Millones de partículas bullen dentro de mi. Un suave roce avanza por el interior de mi muslo, cómplice de mis deseos se cuela entre mis piernas. Me acaricia, me hace estremecer, mi excitación se desborda, muerdo mi labio inferior, mis manos apresan las sabanas, aprieto las nalgas, suspiro entrecortadamente. Me entrego a la más bella agonía. Siento que voy a explotar. El blanco lo inunda todo, sólo escucho un lejano tic tac. Estoy flotando. ¿Cuanto tiempo llevo aquí? Veo una puerta, se abre. Siento un hormigueo, algo me empuja hacia ella
es el latido de mi corazón...

Ven aquí, a b r á z a m e .

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades