Darse cuenta
La gente que se va y tarda en volver no se dan cuenta, ni de lejos, que aquí nos seguimos quedando los de siempre, en el mismo sitio de siempre, y con la misma sonrisa de siempre puesta en la cara de siempre. Con el tiempo se aprende que la gente cambia y que poco o nada se puede hacer para evitarlo. Las prioridades de cada uno también cambian. Es como un huracán que cada cierto tiempo le toca a cada uno soportar. Arrasa con todo, y después del temporal, queda muy poco de lo que había antes de la lluvia, los rayos, los truenos y el ruido. Porque ruido hacemos todos, sobre todo cuando personas llegan a nuestra vida y decidimos hacer y deshacer planes a nuestro antojo, sin pensar en si los que hace dos días nos daban palabras de aliento se sienten solos o si nos echan de menos. Y eso, queramos o no, lo hacemos todos. Independientemente de eso, la vida es un continuo flujo. Unos vienen, y otros, obviamente se van. Nosotros mismos venimos y nos vamos como Pedro por su casa de las vidas de ...