.Dicen que necesitamos cuatro abrazos al dia para sobrevivir, ocho para mantenernos y 12 para crecer. Por eso desde aquí, desde mi pequeño mundo, os animo a que abraceís a quien os apetezca abrazar, pero no sólo porque pensaís que esa persona (o tú) necesitaís un abrazo, sinó porque simplemente os apetece hacerlo. Abrazar por abrazar. Simplemente por eso, por la satisfacción de hacer algo natural. Por la satisfacción de hacer algo nuevo. Yo, desde aquí, desde este, mi pequeño mundo, te invito a abrazar por abrazar, por el mero placer de hacerlo, a sonreírle a un desconocido y a ayudar a quien lo necesite sin que previamente, esa persona necesitada, tenga que pedirlo.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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