Era inevitable

Ya que ha llegado el momento de terminar, no tienes que dar tantas explicaciones. Lo he notado poco a poco en los “te quiero”, que me dices con menos frecuencia, en esas sonrisas que ya no brillan igual cuando nos despierta el amanecer, en que hace mucho que no te pillo mirándome a escondidas y en la manera en la que tus manos se excusan para no sostener las mías.
El motivo que me cuenta tu silencio es que no fueron suficientes todas las tazas de café que acompañaron nuestras prisas por llegar al trabajo, ni todos los atardeceres que no vimos por andar perdidos en el cuerpo del otro. Veo que te cansaste de encontrar mi olor en tu almohada, de mi búsqueda inagotable por encontrar el regalo perfecto en cada cumpleaños y de cómo el tiempo que duramos juntos no borró nunca la pasión en mis besos.
Entonces te libero de mí, de mi rutina de lunes de cine y viernes por la noche de besos robados, de mi risa demasiado entusiasta y mi llanto desenfrenado en un mal día, de lo mucho que hablaba y de mis silencios demasiado largos, de mis obsesiones, de mis quejas, de mi cabello que siempre se despeinaba.
Más aun, me libero a mí de todos los momentos vacíos de locura, de todas las miradas que iban perdiendo la chispa, de tus besos fríos, de compartir a medias. Me despido del vacío cada vez más estridente de tu lado de la cama y del miedo constante de perderte. Te dejo ir para que quieras a otra persona y, más importante, te dejo ir porque yo nunca dejé de quererme.
Y es que me di cuenta de que quien se escurría de esta relación era yo, yo era quien se estaba cansando de tu falta de interés y buscaba escapar del tedio de tu compañía que ya no era suficiente. Al final pude esperarte toda mi vida a que te girases a verme otra vez, pero no tenía ganas suficientes de quererte más a ti que a mí.
Porque sueño demasiado alto para echar raíces en tu suelo demasiado seco sin ya nada para ofrecerme. Porque las únicas relaciones que conozco son las que se hace el amor hasta desgastar cada rincón del cuerpo del otro y las diferencias terminan en la explosión de un beso. Y, más importante, porque no soy de los que saben conformarse…
Yo era quien se escurría de esta relación de manera inevitable solo porque soy de esas personas que se enamoran de nada menos que mariposas en el estómago…

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