Privilegios

La gente, el ruido, las luces, esa música horrible de fondo, el alcohol, el flash de las cámaras de fotos, los gritos, las risas, y el humo del tabaco.

Y mientras tanto, tú yo podríamos haber muerto por sobredosis de amor allí mismo, y en cualquier parte. De hecho, yo creo que he muerto y resucitado en unos días por lo menos cien veces.

Porque cuando nos rozamos el alma tocamos el cielo y nos sentamos en una nube y nos evadimos del mundo. Y a mí me dan los siete males sólo de pensar en las horas que faltan para volver a verte.

Somos privilegiados por dejar de respirar contaminación cada vez que queremos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades