Tu...

Bum, bum, bum, bum.
Llevo días intentándote contarte ésto.
Los minutos se me pasan como parte del aliento que me falta si me abrazas, si me dices que mi tiempo escapa, si no estamos lejos, si la niebla abraza.
Las palabras sobran si mis labios rozan el aliento de tu pelo. La compostura se me aleja si finges que la estupefacción de otros ojos eclipsa cualquiera de tus miradas. Y da igual, todo da igual si vienes a parar a esta silla que un día nos vio nacer, renacer, por nuestra forma de mirarnos, que es única en nuestra especie, por nuestra forma de abrazarnos sin apenas tocarnos, por nuestra forma de entender que el humo se espanta con espantar el propio miedo de tu mirada.
La estrella de tu boca demuestra poco tacto, poca educación cada vez que la abres aturdido y desvestido como un perro sin dueño, como un vagabundo sin abrigo y como una carretera sin asfalto.
De los abrazos que me sobran últimamente van mis ansias, mis ganas, mis miradas y mis horas perdidas entre la almohada, decidiendo si es mejor espantar el humo o soplar sobre el mismo para aniquilar mis ganas.
Por último, debes saber que últimamente no gano nada. Ni pierdo. No creo en milagros mundanos al punto de la desesperación, no creo en mis ganas, ni en mi paciencia, ni en mis nada. No tengo últimamente nada de valor ni nada sin dueño. Mi vida no me pertenece, no soy yo la que manda, la que guía el sendero, ni la que empeña un mundo entero de promesas por tus mentiras a cambio. No soy yo la que habla ilusionada mientras el mundo explota, y tu boca evoca que siempre será mejor una vuelta a la coartada, tan pobre y tan vulgar, que un corte de mangas.
Llevaba días intentándote contarte esto… Que mis ganas ya no intentan decir… Absolutamente nada…

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