Cada día que pasa tengo más claro que la amistad no es algo que se compre, ni que se regale. Ni que se haga por hacer, porque es lo que toca y así nos lo han enseñado, y así somos más perfectos en el escaparate de lo que es vivir de cara al resto. La amistad es algo que se da sin esperar nada a cambio. Es algo que no entiende de condiciones, de circunstancias, de traiciones ni de cambios de humor. La amistad es algo que envuelve un sentimiento de amor, de comprensión y de entendimiento entre varias personas que se aguantan los unos a los otros sin saber por qué, que coinciden en la vida y que están dispuestos a ser compañeros los unos de los otros en cualquier tipo de lugar, circunstancia, tristeza o felicidad. El otro día me di cuenta de que cuando ellos no están me siento sola. Realmente sola y jodida en este mundo de locos en el que todo el mundo se está volviendo jodidamente loco, egoísta y protagonistas destructores de sus vidas y de las del resto. Sin vosotros las cosas dejan de tener sentido. Él me ve más triste y no sé cómo quitarme el mono de vuestras risas, que son un placebo de la ansiedad que genera todo lo malo. Con vosotros incluso lo malo a veces es bueno. Sois mi parte buena. Gracias por serlo.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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