Sé que a veces mis locuras y yo estamos muy por debajo de la media considerada normalidad. Mis obsesiones me hacen perder la cabeza y así me convierto en perdedora de mis propias expectativas, o de las tuyas. Cuando te sientes sola se es capaz de hacer no válida hasta a la persona que más quieres en el mundo. El muro construido a base de contradicciones cada vez es más alto. Guardo todas las voces que he escuchado a lo largo de mi vida en el fondo de mi mundo y lo que hay al otro lado del muro no lo veo porque no me dejan, no lo quiero ver o simplemente mi corazón no entiende de tanta hostilidad y racionalidad. Así que por ahora me conformo con ser una buena perdedora. Obviamente nunca he sabido sostenerme por mí misma. Tampoco he sabido salvarme del invierno en verano, del peso de las hojas caer en pleno mes de octubre. Los colores cálidos no existen desde hace tiempo, y necesito que vengas y me salves a diario, de lo que me lleva años pasando y es ahora cuando lo estoy sacando, o cuando me estoy dando cuenta de ello. Resulta que me veo en ese recuadro y me veo demasiado del mundo real. Me gustaría verme un poco más extranatural de vez en cuando. Y me gustaría que aquellos por los que yo daría mi vida y no lo saben la diesen por mí también, aunque sea una vez en la vida. Los que lo saben suicidaríamos cada parte de nuestro cuerpo por un minuto más para estar juntos. Pero da igual, pedir que alguien se arriesgue por ti es demasiado, sería exigir mucho y ya hay demasiados corazones que merecen más ser salvados que el mío. El mío es de repuesto. Porque por ahora tengo la certeza de que por muy roto que esté tus dedos cuidadosos se encargarán de arreglarlo cuando empiece a dejar de latir. Y así siempre que lo haga, y así siempre que estés junto a mí, varado, sin saber por qué, en mis contradicciones, en mis locuras, en mis obsesiones, y suicidado en mis palabras que últimamente parecen no saber decir nada.

Dime al oído cuál es tu secreto para ser tan bueno conmigo.

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