¿Sabes qué pasa? Que voy y no se dónde. Que la ciudad está ahora cada vez más naranja y gris. Que el frío me congela las entrañas. La gente me parece tan distante. Que no quiero lo que quiero y viceversa. Que vuelvo a estar dando vueltas. Que llevo casi dos horas. Que no se contestar cuando me preguntan "¿por qué?". Que las noches se me clavan. Que me flaquean las piernas, se me caen los pantalones. Que me lanzo a lo loco a la carretera. Que no me atrevo a cruzar. Que me he puesto a correr por la ciudad por donde me han dicho que se había ido. Que no se por qué. Que no tiene sentido. Que todo esto es demasiado absurdo. Que hago por hacer. Que las macetas de ese balcón estan por las tardes ya siempre oscuras. Que hoy la ciudad está llena de gente. Que hoy la encuentro más vacía. Que duelen todos los momentos de disfraces que ha habido en mi vida. Que no entiendo nada. Que no me importa casi nada. Que el dinero de la jefa me sabe a mierda. Que no se poner punto y final. Que se me duermen las piernas y brazos. Que las aceras son más resbaladizas. Que se me escapan los días. Que el tiempo hiere. Cada segundo es un suicidio. Que hoy no lato.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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