La estupidez se ha tumbado en mi cuerpo y me ha dejado seca el alma. Se ha llevado todo aire para respirar(te). ¿Sabes?, tengo miedo de todo. De vivir y fracasar, de lastimarme más, con cicatrices propias o ajenas a mi llanto. Y la vida es eso, sentir las experiencias, caminar con los momentos, llorar y reír y con el corazón siguiendo un ritmo por su cuenta. Y yo tengo miedo de todo esto. De dormir sola todas las noches como ya lo hago, y de que te vayas y yo no quiera retenerte porque te crea libre, o de retenerte y tener la sensación de que fui muy egoísta contigo. Me da miedo de que un día te levantes y te canses de mí, y es cuando quiero hacerte feliz todos los días, y que cada una de esas veinticuatro horas sea algo nuevo para ti, y también para mí. Quiero mecerme en la locura, que todo sea como la vida de los gatos, y que al final de todo esto, tengas muy claro que servidora sea imprescindible para ti.
Me gustaría regalarte mañanas soleadas por Córdoba y conocerlo todo contigo y con esto poder tener miles de historias que contar a la gente porque será el resultado de que he vivido. Mucho. Con todas las letras.
Pero mientras tanto, con mi inseguridad y mis intentos fracasados por ser una chica alegre de la que te enamores, no puedo fotografiar las maravillosas visiones que tengo de mi vida junto a la tuya. Solo espero que tú...

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades