Apagado o fuera de cobertura. Sin batería, como quieras llamarlo. Así tengo yo el corazón. Y ahora, me recuerdas a mi cuando mi corazón aún funcionaba. Sí, porque yo también lo he sentido. Eso de estar enfadada, ¿no?. Nada está claro. Nada es claro. Tú no lo tienes claro. Todo es un lío. Entonces es cuando te enfadas, la situación, el momento, la hora, el minuto, incluso el segundo... todo, todo te saca de quicio. (Incluido Él, por supuesto). Y te enfadas y al enfadarte te enfadas todavía más por estar enfadada. Y todo sigue siendo un lío. No lo niegues, porque yo también me he sentido así.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el qu...
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