No mas miradas atrás, se acabó el “que hubiera sido si…”
Y es que ya desde pequeña, me daba pena tirar hasta el envoltorio de los regalos. Lo guardaba todo, cualquier objeto viejo o inservible que llegara a mis manos pasaba a formar parte de mi baúl de recuerdos. Siempre me he aferrado demasiado a las cosas, a trastos inútiles que lo único que hacían era ocupar espacio. Y con las personas me pasa lo mismo. Me empeño en ser más que un simple trasto viejo, y cuando llega la hora de tirarlo a la basura, aparece esa decepción cada vez más familiar… Ahora viene lo difícil, aprender a no aferrarse demasiado y tirar todo aquello que no me sirva.

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