¡Claro que era perfecto! Sólo estaban nuestras paranoias, con nuestro contacto inicial, con nuestras ganas de conocer y que nos conocieran... Era nuestra burbuja, nuestro refugio, nuestro "¡Eh! Sólo estamos tú y yo, nena"... Pero de pronto el viento ajeno comenzó a soplar, a movernos de sitio, a tambalearnos, a obligarnos a pensar en algo que no fuera nuestro espacio... Y comenzó a entrar gente y problemas (Sí, problemas de primer mundo, pero problemas) muchos y malditos problemas, y negatividad, mucha negatividad... Todo eso empezó a hacer que nuestro espacio escaseara, el peso aumentara, nuestras ganas mermaran y nosotros descendiéramos hasta que "PLOP!", ya no había burbuja, ya no habían ganas, ya no había espacio, ya no había nada... Y sé que no se puede, pero... Joder, ojalá hubiésemos podido estar en nuestra puta burbuja para siempre. Una vez me dijiste que todo iba bien cuando era entre nosotros dos, sin nadie más... ¿Por qué permitimos que todo lo demás importara más que nosotros? De pronto, sólo hay gente, problemas, tonterías triviales... Y tú y yo sobramos en esa burbuja. Y así hemos acabado...

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades