¡Claro que era perfecto! Sólo estaban nuestras paranoias, con nuestro contacto inicial, con nuestras ganas de conocer y que nos conocieran...
Era nuestra burbuja, nuestro refugio, nuestro "¡Eh! Sólo estamos tú y yo, nena"...
Pero de pronto el viento ajeno comenzó a soplar, a movernos de sitio, a tambalearnos, a obligarnos a pensar en algo que no fuera nuestro espacio...
Y comenzó a entrar gente y problemas (Sí, problemas de primer mundo, pero problemas) muchos y malditos problemas, y negatividad, mucha negatividad...
Todo eso empezó a hacer que nuestro espacio escaseara, el peso aumentara, nuestras ganas mermaran y nosotros descendiéramos hasta que "PLOP!", ya no había burbuja, ya no habían ganas, ya no había espacio, ya no había nada...
Y sé que no se puede, pero... Joder, ojalá hubiésemos podido estar en nuestra puta burbuja para siempre.
Una vez me dijiste que todo iba bien cuando era entre nosotros dos, sin nadie más...
¿Por qué permitimos que todo lo demás importara más que nosotros?
De pronto, sólo hay gente, problemas, tonterías triviales... Y tú y yo sobramos en esa burbuja.
Y así hemos acabado...
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
Comentarios