Quiero a alguien que cuando me emborrache me lleve a casa en brazos.
Que me rompa las medias con la boca y luego me compre otras y que me haga el amor contra la pared y luego se meta conmigo en la bañera... Que saque la espada y me defienda de víboras y demonios.
Alguien que no se enfade si no me entiende, que me saque la lengua cuando me ponga tonta y me calle la boca con un beso.
Quiero que no de por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude, que no me haga sufrir porque sí pero que tampoco me venda amor eterno.
Deseo alguien que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano, que no le guste verme llorar y me haga reír hasta cuando no tengo ganas.
Que me mire y haga que me tiemblen las piernas como el primer día, alguien que esté loco por mi, y no se le olvide decírmelo los días de resaca.
Alguien que si se pone animal, sea solo en la cama, y me mate a besos por la mañana.
Que no se acostumbre a mi y que si mira a otra, luego me guiñe un ojo, y se ría de mis celos.
... y sobretodo, quiero alguien que no tenga que perderme para darse cuenta de que me ha encontrado.
¿Serás tú ese alguien o tendré que darte un azote emocional?
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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