Quiero a alguien que cuando me emborrache me lleve a casa en brazos.
Que me rompa las medias con la boca y luego me compre otras y que me haga el amor contra la pared y luego se meta conmigo en la bañera... Que saque la espada y me defienda de víboras y demonios.
Alguien que no se enfade si no me entiende, que me saque la lengua cuando me ponga tonta y me calle la boca con un beso.
Quiero que no de por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude, que no me haga sufrir porque sí pero que tampoco me venda amor eterno.
Deseo alguien que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano, que no le guste verme llorar y me haga reír hasta cuando no tengo ganas.
Que me mire y haga que me tiemblen las piernas como el primer día, alguien que esté loco por mi, y no se le olvide decírmelo los días de resaca.
Alguien que si se pone animal, sea solo en la cama, y me mate a besos por la mañana.
Que no se acostumbre a mi y que si mira a otra, luego me guiñe un ojo, y se ría de mis celos.
... y sobretodo, quiero alguien que no tenga que perderme para darse cuenta de que me ha encontrado.
¿Serás tú ese alguien o tendré que darte un azote emocional?
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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