Mi sentido (Ir)racional me hace querer ir corriendo a buscar lo que quiero, a quien quiero...
Pero me he equivocado tantas veces de camino cuando creía correr en la dirección correcta que ya dudo,
antes lo hacía creyendo llegar hasta el lugar idóneo, pero, hay, gilipollas de mi...
Heme aquí, estática y superficialmente sujeta a un mar de nubes de recuerdo llenos a partes igual de condensadas de nostalgia y resentimiento.
La verdad es que ya no sé a dónde correr ni por qué o quien hacerlo...
No me apetece, no tengo ganas...
Extrañamente, después de tanto empeño sólo me apetece quedarme sentada en mi nube junto a una pila de libros...
Sin correr, sólo esperando.
Y lo que quiera o quien quiera venir vendrá.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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