Esta eres tú, este es tu nivel de odio:
Demasiado alto para alguien de tu tamaño.
Eras una niña risueña, de esas que tienen fe hasta cuando nadie la tiene, de esas que se pasan el día riendo y queriendo hacer reir a otros... Eras una niña feliz con poca cosa y descontenta con menos aún, la ignorancia del mundo era tu mejor arma, pero te la arrebataron... Te obligaron de malas maneras a ver cómo es la gente de verdad. Te diste cuenta de que ningún amigo o pocos son reales... Que la mayoría son caretas de papel cartón.
Recibiste un duro jarronazo del amor y de la vida,
luchaste y no te sirvió más que para nada.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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