Una noche, se chocan de nuevo en un bar. Cada uno en su postura, cada uno por sus razones… Ella nerviosa y fría. Él indescriptible… como siempre. Ella ¿Quedarse - irse? Y entonces alguien da un empujoncito, establece contacto… y fuck! Ya no tuvo ovarios de dar marcha atrás. El cuerpo de la chica se convirtió en una pluma, nada de las tensiones de antes, ni del agobio…solo quedaba el deseo, dónde solo quería raptarlo y que juntos se volviesen invisibles para el resto.
En el minuto uno de la conversación ya quería besarlo. Durante el minuto dos darle besos por el cuello. Pero una lucha de ella contra ella misma frenaba todo (“- tengo dos lobos luchando en mi interior ¿cuál ganará abuelo? – el que alimentes más”). Pero al final paras de pensar y simplemente vives el momento. Y notar como sus labios no querían separarse, ni sus brazos despedirse, y sus miradas no desprendían indiferencia. Cuando ella estaba a su lado el tiempo pasaba rápido pero tan jodidamente dulce… Las peleitas, las caras, los gestos, las risas, las caricias y la cabezotonería de cada uno, todo tiene sentido. Tan parecidos y tan diferentes, tan fríos y después tan cálidos y calientes. Mezclas explosivas y calor, mucho calor en las despedidas amargas. ¿Excitante – doloroso? ¿Para qué catalogar? Sigue abajo..
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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