Decía Neruda que mueren lentamente aquellos esclavos del hábito, quienes repiten a diario los mismos trayectos, no cambian de marca y visten siempre de un mismo color. Aquellos que no hablan a quien no conocen.
Supongo que todos estamos muriendo lentamente, pues pensamos que con el solo hecho de respirar estamos haciendo un esfuerzo enorme, sin atrevernos a hacer cosas nuevas, quejándonos a diario de la mala suerte, del invierno. Y creo, mas bien se, que tiene razón, que somos lo suficientemente insensatos para quejarnos de lo que nos falta, orgullosos para no dejarnos ayudar y cobardes para huir de aquello que nos apasiona.

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