Quiero hacer muchas cosas, quiero viajar, reir, sonreir, observar, pero mas que nada quiero descubrir cosas nuevas, que en cada palabra que he escrito o pienso dejo un istante en mi vida., como que ya he crecido o sigo creciendo y soy dueña de mi vida... de mi propio destino. Que el mundo es gris, o depende del cristal con el que se mire o que el color lo pinto yo y mis ganas de seguir viviendo. Que el sol puede alumbrar mis noches de soledad y la verdad que quiero sentir que el mejor momento de mi vida es ahora y como no, tengo que aprovecharlo ..!
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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