Hoy es día de mandar a la mierda cosas. Por ejemplo, yo hoy mandaría a la mierda a las personas que tienen complejos y nos recuerdan a los demás los que tenemos. Me gustaría mandar a la mierda también a todos aquellos que te cambian por cualquiera sin ni siquiera parpadear. Por supuesto, mando a la mierda a los que hablan de todo sin saber absolutamente nada, a los encantadores de serpientes, a los que fingen una sonrisa, a los conformistas, a los que no son capaces de perdonar, a los que son cobardes y no saben afrontar sus vidas, a los que no saben lo que quieren y fingen tener justamente aquello que siempre habían querido, y mando a tomar por culo a todas las personas que dicen esas cosas como “tengo todo lo que necesito”, “soy completamente feliz”, “mi vida en este momento es perfecta” o “me voy a morir habiéndolo probado todo” porque todo eso es mentira. Mando a la mierda a la gente que alardea de la buena suerte que tienen, que explotan sus puntos fuertes y esconden los puntos débiles en cualquier trastero. Mando a la mierda, mando a tomar por culo o maldigo a las personas que no saben ser ellas mismas en ningún momento del día. Ni siquiera cuando es de noche y todos los gatos son pardos.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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