Hoy es día de mandar a la mierda cosas. Por ejemplo, yo hoy mandaría a la mierda a las personas que tienen complejos y nos recuerdan a los demás los que tenemos. Me gustaría mandar a la mierda también a todos aquellos que te cambian por cualquiera sin ni siquiera parpadear. Por supuesto, mando a la mierda a los que hablan de todo sin saber absolutamente nada, a los encantadores de serpientes, a los que fingen una sonrisa, a los conformistas, a los que no son capaces de perdonar, a los que son cobardes y no saben afrontar sus vidas, a los que no saben lo que quieren y fingen tener justamente aquello que siempre habían querido, y mando a tomar por culo a todas las personas que dicen esas cosas como “tengo todo lo que necesito”, “soy completamente feliz”, “mi vida en este momento es perfecta” o “me voy a morir habiéndolo probado todo” porque todo eso es mentira. Mando a la mierda a la gente que alardea de la buena suerte que tienen, que explotan sus puntos fuertes y esconden los puntos débiles en cualquier trastero. Mando a la mierda, mando a tomar por culo o maldigo a las personas que no saben ser ellas mismas en ningún momento del día. Ni siquiera cuando es de noche y todos los gatos son pardos.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
Comentarios