Hoy me has llamado. La próxima vez seguramente seré yo quien te llame porque me habré dado cuenta de cuanto te necesito. Nunca pensé que compartir el primer cigarro o reirte de los palos que nos da la vida uniera tanto. Y pensar que por circunstancias tan comunes nos encontramos y por otras igual te tuviste que ir, no se si te habré mencionado alguna vez aquel libro...no lo recuerdo. Pues segun él, no hay nada peor en la vida que echar de menos, sí, porque no es lo mismo tener a alquien cerca y poder desear que esté lejos o con tan solo acercarse un poquito, ya puedes robarle con cariño un abrazo, un abrazo robado de esos con los que después tan a gusto uno se queda. Siempre me ha gustado esa parte donde nisiquiera se menciona la nostalgia, tan solo echar de menos. Hoy me has llamado tu como tantas veces, seguramente mañana sea yo quien lo necesite. Y volverte a contar eso que tanta gracia te hace y tu falta total de educación y tu desparpajo y tus palabras que unidas no dejan espacio para mí tan solo derepente un sí, vale, en serio, te acuerdas, me acuerdo. Tonterías, pero que hacen que el tiempo corra tan deprisa y dejar de lado todos los putos problemas para refugiarte en un momento de los de antes. Siempre me acuerdo y no lloro porque no quiero. Un día de estos de mañana, seré yo quien te llame.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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