Mi mente a veces es una grabadora de lugares inventados, llenos de luz, sin paredes que entorpezcan la imaginación, tacto, tocarte, tócame, se me escapa una lágrima y tu suspiras aliviado por tenerme a tu lado. Las horas se hacen tan cortas, volviéndose incluso pasado, pero no porque estamos en el aquí y ahora, los dos, con las paredes manchadas de música y las cortinas y su trasluz de un día a la sombra del mundo, sin ojos que nos vean. Letras en chino que hablan de conexión, de música, tu música, mi música y de equilibrio, ese tan ansiado que solo conseguían las historias de cuentos como los que me gusta inventarme cuando no tengo sueño y me gusta ver tus párpados cayendo y quiero que me sigas haciendo caso porque no quiero perderme en mis sueños. Sonrisas, como los dibujos pegados a los altavoces rodeados de discos, llenos de mensajes que hablan de un mundo mejor, lleno de amor, y de desamor, aquel por el que todos hemos pasado, desilucionados de nuestra vida sin suerte. Y me enseñas y yo aprendo, y no me quiero levantar porque soy así de egoísta pero como dice la canción, no te enfadas, porque eres menos egoísta y más listo que yo.
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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