Me prometí que daría a mi vida el porcentaje perfecto de realidad, justo para permitirme ser feliz y para mantener los pies en el suelo. Pero hacer las dos cosas es incompatible. Así que hay que decidir entre pasear continuamente entre nubes sin contacto con las piedras que emergen del suelo creyendo que cada día que vives es tu día, o caminar bajo la lluvia y sin paraguas dándote cuenta de que cualquier día se puede convertir en un mal día. Ya no me da la gana pensar en los motivos superficiales que antes me levantaban sin esfuerzo, ya no me da la gana pasear por mi calle favorita, ya no me da la gana hacer esas fotos ni mirar esas otras, ya no me da la gana escribir cualquier mierda banal como ésta, ya no me da la gana escuchar a la gente, ya no me da la gana permitir a cualquiera que compare cada uno de sus pasos con los míos, ya no me da la gana dejarme llevar, ya no me da la gana llorar mil mares, ya no me da la gana excusarme, ya no me da la gana sonreír si no tengo ganas…
Y todas esas cosas no me dan la gana porque tengo otras mucho mejores que hacen que me de la puta gana seguir creyendo en el huracán que llevo dentro, que es mi verdad, o la verdad a medias para los demás, como lo quieras llamar, da igual… Lo importante es que yo y mi verdad somos de verdad para los que son de verdad para nosotras, y créeme, sentir que eres de verdad para alguien, es de las mejores sensaciones del mundo entero…

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