Sobrevivir, esa es la clave de todo. Disfrutar de lo que tenemos, por muchos golpes que recibamos, ver siempre el lado positivo de las cosas y ser conscientes de qué si nos lo proponemos, somos invencibles... Porque todos, somos supervivientes. Sobrevivimos a muchas cosas, pero para tirar adelante, necesitamos el apoyo de los que nos quieren. Lo más díficil es sobrevivir a nuestros errores, que tarde o temprano tenemos que pagar. Aunque a veces, nos gustaria borrar de la memoria todo aquello que nos hace daño, tenemos que seguir adelante, por todos aquellos que se han quedado en el camino, con la seguridad, de qué, a pesar del dolor y de los malos momentos, la vida es algo que merece mucho la pena.
Cierra o abre
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Nos lo graban a fuego desde pequeños y, quizás, de alguna manera es una sentencia sanadora; nos alimenta de esperanza, creyendo así que tras una despedida siempre viene algo mejor. Lo que ocurre muchas veces es que somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en dejar la puerta entre abierta, con la llave a medio a echar, esperando a que se vuelva (o la vuelvan) a abrir de nuevo. A veces, son los otros quienes se empeñan en no cerrarla del todo, pero sin atreverse a abrirla de par en par, de cruzar el umbral y pasar a nuestro lado. Dejando abierta una puerta maltrecha, que ya no encaja como antaño; como si la manilla no terminara de funcionar del todo; como esas puertas que requieren de una destreza casi mágica para poder abrirlas sin quedarnos con el pomo en la mano. Siempre he sido de las que se niega a cerrar puertas, aún a sabiendas de que otras mejores se abrirán; aún a sabiendas de que hay ventanas, mucho más pequeñas y sencillas, p...
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