Y solo quedaron...


Me miras. Y tus ojos se pierden sin saber hablar. Pero me dices, me gritas, me sientes. Todo en silencio. Me quieres. ¿Desde cuándo? Echemos la vista atrás -alto, no dejes de mirarme. No sueltes mis ojos - y señalémoslo en el calendario. En rojo, en negro, fatídico, magnífico. Absurdo o eterno, solo nosotros. En realidad, y lo sabes mejor que yo, no podemos. Somos atemporales -sigue mirándome - y lo seremos siempre, como si hubiéramos dado un salto al vacío y, en medio de la caída, sin saber cuándo, nos hubiéramos cogido de la mano. Y sin fecha en el calendario, te miro, y el corazón me da volteretas dentro del pecho. Será, quizás, porque te quiero. ¿Y tú? -vuelve a mirarme - Tú también, sabe Dios que estoy en lo cierto.

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