Conversaciones...

-Prometía mucho. Muchísimo. ¿Sabes? Odio que la gente confie en mi, odio que esperen de mi cosas que nunca voy a conseguir. No puedo evitar sentir que no estoy a la altura.
-¿Por qué piensas eso?
-Porque cuando tenía doce años era guapa, inteligente, decidida, rebelde. Tenía todo lo que se puede tener a esa edad y sobre todo, tenía las cosas bastante claras. Puede que tuviera mis debilidades pero todos esperaban que llegase muy lejos en los estudios, que hiciese una gran carrera con un expediente impecable, que construyese una vida perfecta a mi medida, familia perfecta e hijos perfectos. Y de repente, no sé como ocurrió pero todo el edificio empezó a venirse abajo. Deje de ser lista, deje de ser guapa, perdí la seguridad, perdí la fuerza... y ahora también estoy perdiendo los sueños. No sabes lo triste que es saber que nunca podrás complacer a aquellos que quieres.
-Puede que tu percepción de la vida haya cambiado pero...¿sabes? Claro que puedes complacerles. Solo tienes que ser tú misma. Única y especial, alucinante. El primer día que te conocí me dí cuenta de que había algo en tí diferente, casi mágico. Algo llamó mi atención la primera vez que te miré. Te confesaré algo: me gusta tu fragilidad, me gusta tu dulzura, me gustan tus miedos. Adoro cuando te sonrojas porque te digan algo bueno o porque te miren. Me encanta cuando dices lo que piensas aunque sepas que nadie va a entenderte. Creo que sí sabes lo que tienes, que si que tienes sueños. Sigues siendo todo lo capaz que eras antes o incluso más. Sabes transmitir lo que sientes a la perfección y eso te hace grande. Lo que pasa es que tienes miedo, siempre miedo y demasiado miedo. Y el miedo hace que te encojas, que te agaches, que pliegues todo tu cuerpo. El miedo hace que te vuelvas pequeña, casi diminuta, que tu luz se apague y entonces... solo cuando te miran muy de cerca son capaces de percibir tu brillo. Debes librarte de esos miedos, de esas inseguridades, hacer callar a esa voz que suena constantemente en tu cabeza y te dice que eres incapaz o que no estás a la altura. A veces pensamos que el miedo desaparece con la edad y no es así, el miedo se hace cada vez más fuerte y más grande y si no le frenamos nos va reprimiendo poco a poco. No le dejes crecer, expulsalo, echalo de tu cuerpo. Cree en tí, en lo que vales, como cuando eras pequeña y no conocías tan bien el dolor y la decepción. Asume que encontrarás mil piedras en tu camino, asumelo ya. Que las cosas nunca serán perfectas y que tú tampoco serás nunca perfecta. Pero no por eso dejaras de ser irresistible. ¿Sabes cual es tu problema? Tu problema es que aún no aceptas que esto no es un cuento, que es la vida real. Te genera frustración no ser capaz de controlarlo absolutamente todo, no poder modificar tus sentimientos. Por eso los atas, los encadenas y los aferras a tí. Los sentimientos debes dejarlos libres porque sin ellos no vales nada. Enamorate, salta, rie, canta, grita y no tengas miedo. Deja que la vida fluya por tu cuerpo. Vive, vive, vive. Sé tú misma, conocete, disfrutate, quierete...
-Me encantan tus consejos, ojalá fuera tan fácil...
-Sé que no es fácil, sé que no lo es. Pero tú puedes conseguirlo. ¿Sabes por qué? Porque esa niña de los doce años, está aquí delante y eres tú. Y sigue teniendo todas esas virtudes que antes tenía, pero se ha hecho mayor y las oculta porque tiene miedo a mostrarse al mundo como antes lo hacía. Encuentra a esa niña, encuentrala y se fuerte. Se fuerte porque tú puedes con todo, con lo que te propongas y con más. Y estaremos juntos, estaremos juntos en todo, nunca lo olvides. Cuando dejes de creer en tí misma estaré ahí para recordarte lo mucho que te quiero y que te quiero por todas esas cosas que tú olvidas constantemente.

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