Esperar...

No voy a desesperar, me digo una y otra vez hasta creérmelo. No lo haré porque a todo el mundo le llega su momento. Hay que saber esperar, sé que no es fácil, que es normal tener dudas, es normal preguntarse cada día si realmente merece la pena esforzarse tantísimo sin encontrar ni una pizca de recompensa, por pequeñita que sea. Pero esto es así, y yo lo supe desde el minuto en que decidí empezar a luchar por esto.
Ahora toca esperar y seguir intentándolo.
Tengo que aprender, tengo que aprender cada día, y no obsesionarme con si sonará o no el teléfono hoy. Porque lo más probable es que hoy no suene, ni mañana, ni pasado. Y quizá no suene en años.
Pero algún día sonará. Y no me pregunten como, ni cuando, ni quién será, porque no lo sé. Sólo sé que sonará. Sonará si yo aún quiero que suene.
Llegará. Llegará porque todo lo que hago cada día esta relacionado con esto, llegará porque no pienso en nada más, porque cada gota de esfuerzo, cada lágrima, cada gesto, está dirigido a un mismo fin. Y ese fin, tarde o temprano, se hará realidad.
Y es por eso que siempre llega, sólo que a veces tarda mucho, demasiado. Y no todo el mundo es capaz de esperar. Porque esperar, sea lo que sea, siempre duele. Incluso puede volverte loco. Por eso hay que estar preparado.
Yo me pido aguantar un poco más, hasta el final.
Y cada vez que alguien me diga que no valgo, me voy a armar de valor y le mostraré paso a paso todo lo que sé. Cada vez que alguien me haga sentir que no soy la mejor, le haré callar con un sólo movimiento. Porque cada día es una prueba, y a cada minuto van a intentar eliminarme. O peor aún, van a intentar arrancarme una a una las fuerzas hasta hacerme sentir absurda, hasta que yo misma sienta la vital necesidad de eliminarme. Pero sé que nadie puede quitarme lo aprendido, y mucho menos mis principios.
Yo no pisaré a nadie, pero tampoco daré a cambio de nada.
Y sobre todo y más que nada, no me olvidaré de que fui yo la que decidí empezar con esto, y sólo yo decidiré cuando y como acabar.
Y desde ya advierto que nadie nunca podrá decidir por mí, jamás.
Porque los mejores son los que aguantan hasta el final, porque conocen lo que hacen, y por qué lo hacen. Y yo voy a ser la mejor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades