Navidad, otra vez.

Otra vez es Navidad. No puedo evitarlo, no termina de gustarme la Navidad. En realidad una cree que podrá hacer como si no existiese, como si solo fuese un período más de El Corte Inglés, pero la verdad es que al final logra colarse por todas partes y queda ese regusto melancólico a no sé qué. Será esa sensación obligada de ser feliz, ese marco de luces que se coloca en torno nuestro esperando que el paisaje sea perfecto, pero lo cierto es que no lo es.
Cuando una no encuentra su sitio y se siente perdida no sabe que cara poner en esta postal invernal repleta de turrones y gordos vestidos de rojo, las facciones se contraen y solo queda una mueca forzada, un signo más de que el paisaje no es el esperado. La tristeza, la decepción, la soledad no encajan bien en esta postal, yo tampoco encajo bien en ella.

Todos ustedes parecen felices...

...Y sonríen, a veces, cuando hablan.Y se dicen , incluso, palabras de amor. Pero se aman de dos en dos para odiar de mil en mil. Y guardan toneladas de asco por cada milímetro de dicha.Y parecen -nada más que parecen- felices, y hablan con el fin de ocultar esa amargura inevitable, y cuántas veces no lo consiguen, como no puedo yo ocultarla por más tiempo; esta desesperante, estéril, larga ciega desolación por cualquier cosa que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.

Ángel González.

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