Tentaciones..

El vicio es tentación. Todo menos lo que aburre es tentación.
Así que englobando tentación a casi todo lo que nos gusta hacer, entiendo que dentro de las tentaciones hay una escala de tentaciones donde algunas son más provocativas que otras. Algunas están prohibidas, otras están penalizadas y otras simplemente son tan usuales que pierden el carácter de ser tentaciones en sí mismas.
Todos sentimos la tentación corriendo por nuestras venas como si se tratase del veneno más expansivo que hayamos probado jamás. Empieza en nuestro cerebro. La respiración se acelera. Y hasta que no caemos en ella no sentimos es paz, esa sensación de estar haciéndolo todo bien. Después, quizás venga el sentimiento de culpabilidad, o no, puede que sintamos orgullo y ganas de querer repetir en cuanto podamos. El caso es que de una forma u otra sabemos que en cierto modo la tentación acabará con nuestra racionalidad desde el mismo momento en que caemos en ella.
Detrás de una tentación, se esconde un miedo, un deseo de que la tentación deje de serlo algún día y un sentimiento de culpa en la mayoría de los casos.
¿Por qué es malo algo que nos da tanto placer?
A veces la tentación nos sobrepasa. A veces la tentación deja de convertirse en tentación para convertirse en obsesión. Es ahí cuando lo empezamos a hacer mal, cuando nos damos siempre a la tentación. Y pocas tentaciones son sanas. Por el momento, sólo se me ocurre una. El resto de tentaciones puede acabar con nosotros desde el momento en que hacemos del hecho de caer en ellas una necesidad.
Y todos somos vulnerables a las tentaciones. Por tanto, la tentación de olvidarse de un buen amigo siempre está ahí con tal de echar un buen polvo. Entiendo que la tentación de drogarse sea tan provocativa que tantísima gente lo hace sin pensar en las consecuencias. Entiendo que la tentación de no pensar sea tan sugerente porque sólo así sentimos bienestar. Entiendo que comer sea tan placentero que los que no debemos hacerlo lo queramos hacer a todas horas. Y entiendo que la tentación de no querer abrir los ojos ante lo que se cae por su propio peso sea tan necesario cuando la mentira crece como una bola de algodón en nuestras entrañas.
¿Tan lícita es la tentación, o somos nosotros los que la justificamos?
Depende, claro que depende. Pero hay veces que no se puede justificar lo injustificable sólo por el hecho de que se trate de una tentación.

Ojalá todas mis tentaciones fuesen tan justificables como la tentación que conformas TÚ.


Empezamos Noviembre.

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