Escogiste el camino fácil, el rápido, el; “Para qué seguir adelante, si aquí ya estoy bien”. A veces el camino correcto no es el que está bien, si no el que eliges. Así que respeto tu cobardía y elijo olvidarte. Yo también elijo el camino fácil de plasmarte en un fondo en blanco y borrarte. Que desaparezcas de mi imaginación, y de mi vida, que lo que me acumulaste en forma de felicidad se derrita entre mis dedos y que vuelvan las prisas para no perder la hora y llegar a clase. Antes tenía prisa de ti. De verte, de sonreír junto a tus dientes. De considerarme la persona más afortunada. Por que sí, por que era yo contigo, era contigo, y no habían motivos de compromiso con el olvido, no los habían...[..]
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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