Qué miedo, ¿no? Eso de las prisas. Volverse loca de repente y verlo tan claro que incluso te ahogas... Sí, existen mil teorias sobre lo precipitado, el correr y el dejarse llevar. ¿Qué más dará? Al final, todos chocan y son pocos los que se salvan. Me acuerdo de esa película perfecta en la que decían que ser adulto significa tener un velocímetro de 120 y no poder ir nunca a más de 60. ¡Jodida razón! Vamos a aprovecharnos; existen demasiadas cosas para las que no hay multa ni sanción.

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