No soy la más alta ni la más lista de todas. La que tiene los ojos más bonitos, el culo más perfecto del planeta o las tetas más estupendas del mundo mundial. Tengo más peros que otra cosa. La suerte no duerme en mi cama, prefiero que lo haga un buen maromo con arte, no tengo prisa por llegar, pero siempre tengo que ir delante. No te esperaré porque se que te olvidaras de mi, no me hagas promesas de agua, no me des esperanzas de acuarela, que con el tiempo te olvidarás. Pienso lo que digo y me callo más de lo que sé. Fumo lo verde y lo blanco, pido que en el mundo no haya guerras y que el amor solo se practique en mi cuarto.~
El día en el que el ginecólogo me dijo...
Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
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