Tiempo. Odio que se necesite tiempo para todo. Para darse cuenta de quién vale la pena, para cambiar las cosas, para empezar de cero. Tiempo para olvidar y también tiempo para sentir. Siempre el puto tiempo. Y odio equivocarme. ¿Por qué pocas veces acierto catalogando a las personas? ¿Por qué las cosas cambian y a nadie parece importarle? ¿Por qué a la mayoria de seres humanos les cuesta tan poco olvidar? ¿Por qué desearía tanto olvidar yo también? ¿Por qué estoy tan confusa? ¿Por qué me vienen a la cabeza tantas preguntas y no encuentro respuesta para ninguna? Ahora solamente me encantaría coger un avión al infinito, marcharme lejos, otra vida, otro país, otro idioma, otras costumbres, yo que sé. Donde todo parezca muy muy lejano. Donde nadie pueda encontrarme. Donde no haya mil lugares impregnados de recuerdos. A un lugar donde no exista la nostalgia. A un lugar que no existe pero que alguien invente para mi.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día en el que el ginecólogo me dijo...

Mecánica del corazón

La soledad de las amistades