A veces el mundo, contra todo pronóstico, se para y te da tregua. A veces, cuando eso ocurre, es demasiado tarde. A veces, entonces, se abre la veda entre tú y el espejo; y cuando eso pasa, hay que agarrar muy fuerte el corazón, para ver si con un poco de suerte, el temporal aminora pronto y no le da tiempo a resquebrajarse en dos.

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