Ya tengo hecha la lista con todas las cosas que tengo que llevarme el día que me dejes. Mi sudadera, y los pelos que pierda en tu almohada cuando echemos el último. No debo olvidarme de las sorpresas que aún no te dí. Porque no quiero que te quedes con ningún trozo de mí, con ninguno. Los quiero todos, aunque te confieso que algunos acabarán en un cajón abandonado por mucho tiempo.

El mismo que tardaré en sentir especial una sonrisa. Una lluvia a las tantas de la madrugada. Y tiene que ser así. Parece que no llevo tan bien eso del karma. Así que tengo que resignarme y vivir lo que nos queda como puedo. Pensando en lo increible que era todo, y en cómo se ha ido a la mierda sin tiempo ni siquiera para hacer mi cama. Habrá que olvidar.

Pero es duro, duele tirar los recuerdos al fuego y volver al principio. Hacer como si no hubiese pasado nada, al menos nada especial. Apretar los puños y golpearme lo más fuerte que pueda el corazón intentando exprimir hasta la última gota de tí. Es duro buscarme otro oasis. Pero es aún más duro ver como tu recuerdo destiñe y se va quedando en las esquinas que no dejo a otras pisar.

Y yo ya no voy a pisar tu sombra, ni voy a sentir tu frío. Yo ya no volveré a hacerte sonreir por una tontería. Ya no. Ahora tendré que conformarme con no ver cómo lo hacen otras. Con no ver al siguiente que te hará temblar. Tendré que tener presente que ya no despertaré más con tu sonrisa esperándome. Que mi orgullo no me permitirá ver tus fotos. Que tendré que volver a escribir a alguien que no conozco.

A quién dejé de esperar cuando tú apareciste. Esa con la que cumpliría la mitad de los deseos que ya he cumplido contigo. Voy a reinventarme. Es lo único que me queda después de todo esto. Esperar a que alguien me haga escribirle y dejar en el papel todas las cosas que luego pasaré a saliva sobre ella. Y tú, tú dejarás de ser partícipe de mis desvaríos.

Te acabaré desterrando a otra vida. ¿Lo sabes, no? No podrás seguir en la siguiente. No querré saber nada de tí en una eternidad, y tardaré mucho más en reconocerlo. Dejaré de escuchar todas las canciones que me recuerden a tí, aunque sean demasiadas. Soy así, por eso tampoco lloraré, o suplicaré a Dios porque te quedes. Porque soy así sé que podré seguir adelante, y que tú sólo eres una parte del camino.

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